“No se trata únicamente de sancionar con mayor severidad a los que causan daño a edificios y otros bienes sino también endurecer el castigo contra quienes ofenden los sentimientos religiosos”, explicó Lisakov en declaraciones al diario Moskovskie Novosti.
El diputado, quien milita en el partido oficialista Rusia Unida, señaló que es la única manera de frenar “el pandemónium que algunos marginados tratan de armar en torno a las Pussy Riot”. Recordó que las feministas del grupo ucraniano FEMEN, a quienes calificó de “pandilla de frescas”, llaman a tumbar con motosierras las cruces para salvar a Rusia. “Debemos castigar a quienes lanzan semejantes consignas”, subrayó.
También mencionó el caso de dos jóvenes de 16 y 21 años que hace unos días intentaron prender fuego a las puertas de la catedral de la ciudad de Baltiysk, en el oeste de Rusia, y dejaron en los muros del edificio las pintadas “Abrid los ojos”, “Abandonad la fe” y el número 666, la “marca de la Bestia”.
Después de detenidos, ellos afirmaron haber protestado así por el ‘caso Pussy Riot’, grupo cuyas tres integrantes fueron sentenciadas el 17 de agosto a dos años de cárcel tras una oración punk contra el régimen en la moscovita Catedral de Cristo el Salvador.
Los defensores de la fe no se limitan a buscar apoyo en el Parlamento. El arcipreste Dimitri Smirnov, jefe del Departamento sinodal para la cooperación con el Ejército y otros cuerpos de seguridad, respaldó recientemente la idea de formar “patrullas ortodoxas” para proteger iglesias y monasterios contra gamberros.
El Defensor del Pueblo ruso Vladímir Lukín manifestó su “fuerte preocupación” por esta iniciativa. “Una violencia dosificada, que se basa en la Constitución, es prerrogativa del Estado”, declaró ayer en una rueda de prensa.
Varias enmiendas al Código Penal aprobadas en 2007, durante el segundo mandato presidencial de Vladímir Putin, incluyeron en el artículo 214 la figura de gamberrismo o vandalismo “por motivos de odio” político, ideológico, racial, étnico, religioso o social.
Actualmente este delito se castiga en Rusia con pena carcelaria de hasta tres años o trabajos forzados por el mismo plazo.
El veredicto de dos años de prisión contra las Pussy Riot citaba precisamente “gamberrismo por motivos de odio religioso”, aunque las inculpadas insistieron en todo momento que su protesta de febrero pasado era de carácter político e iba contra Putin, por aquellas fechas, primer ministro y candidato a las elecciones presidenciales del 4 de marzo.
RIA Novosti