Además de expresar que los árabes han exigido en los últimos años cambios políticos y democráticos; el desarrollo económico y social; así como el fin a la corrupción, calificó esta reunión de un paso hacia el cumplimiento de estas demandas.
Haciendo hincapié en la importancia de la participación política para resolver los problemas sociales, aseguró que “el desarrollo en el mundo árabe se ha retrasado a causa de la guerra y la corrupción”.
El máximo responsable de la ONU, también, acogió el referéndum constitucional en Egipto, el nombramiento de mujeres como miembros del Consejo de la Shura en Arabia Saudí y los acontecimientos registrados en Túnez, Yemen, Egipto y Libia, además reiteró el compromiso de las Naciones Unidas de apoyar a Irak.
Arabia Saudí, un cercano aliado de Estados Unidos, tiene uno de los sistemas políticos más cerrados del mundo; en este país árabe no hay ninguna carta como una constitución. Y en ausencia de las instituciones representativas, la familia gobernante, de acuerdo con un marco tribal-royal, divide todas las posiciones políticas, económicas y de seguridad entre los príncipes de la familia de Al Saud.
Durante los últimos dos años, el régimen saudí ha recibido duras críticas de las organizaciones internacionales pro derechos humanos debido a la brutal represión ejercida contra las protestas internas, así como por su apoyo al régimen de Baréin, país al que ha enviado tropas a fin de reprimir a las revueltas populares.
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