El presidente del Parlamento Gianfranco Fini, líder del Partido “Futuro y libertad de Italia” instaba a la Santa Sede a participar en la salvación económica de Italia. El llamamiento fue respaldado por las de 50 mil miembros de la red social “Facebook”, que creó en ella el grupo, denominado “Vaticano, páganos las maniobras económicas”. Sus participantes declaran que están dispuestos a poner fin a las injusticias y exhortaban a los servidores de la Iglesia a pagar los gastos de su bolsillo y no del fisco.
Los ataques al Vaticano se tornan cada vez más habituales. Es especialista en cuestiones religiosas, Ivar Maksutov explicaba:
- Europa es una asamblea de distintas culturas, a menudo antagónicas. Tales conflictos son muchos. Nunca ha existido un espacio europeo común, señala el experto. En este sentido, el intento de presentar a Europa como un todo entero está condenado al fracaso.
Hay que decir que el movimiento contra el vaticano no revista por ahora un carácter de veras masivo. Por ahora, unos critican la Iglesia, otros piden consejo a sus prelados. Y en tanto, millares de peregrinos y turistas viajan a Roma, destacaba Ekaterina Sinitzina Santoni, de Italia:
- No considero que haya disminuido el interés en la Santa Sede. En este momento me encuentro frente al Vaticano y veo un sinnúmero de peregrinos de Alemania, de Brasil y de España. Llegan muchos de Francia, de América Latina y de Rusia, indicaba nuestra interlocutora.
Los expertos consultados por “La Voz de Rusia" tienen opiniones encontradas. Unos consideran que la Iglesia debería reaccionar ante la crisis económica y, posiblemente, renunciar a sus actividades dispendiosas y a las exhibiciones de su riqueza. Y es que muchos creyentes tienen hoy día, literalmente, que apretarse el cinturón. Otros analistas consideran que el Vaticano, como uno de los símbolos de la fe cristiana es el hilo que une a la dispersa comunidad europea. Las protestas contra la Santa Sede no hacen más que desestabilizar la sociedad provocando conflictos internos y enfrentamientos. Y entonces las revueltas y disturbios, parecidos a los que tuvieron lugar no hace mucho en Gran Bretaña y en una serie de Estados europeos serán algo habitual para la realidad de la nueva Europa.