Un Tolstoi “incómodo”
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¿Son muchos los que leen hoy a Tolstoi? Si damos crédito a algunas fuentes, la novela epopeya  “Guerra y Paz” por el número de ediciones y el número lectores en el mundo ocupa el segundo lugar después de la Biblia. Se lee obras del autor clásico ruso en 320 lenguas y las traducciones siguen multiplicándose. Tan solo este año las principales novelas de  León Tolstoi se han editado varias versiones en inglés. “Ana Karénina” en tres traducciones, “La Insurrección” en cuatro y la epopeya “Guerra y Paz” en dos.  El profesor norteamericano de literatura rusa Mark Titter considera que  “Guerra y Paz” de León Tolstoi es una especie de icono… La lectura de este libro, sin duda, cultiva a un intelectual.

En opinión de la biznieta de León Tolstoi, la periodista moscovitaFiokla Tolstaya, su genial antecesor es difícil para una comprensión honda incluso en los sectores de lectores rusos. Además, es asimismo resulta “incómodo” hoy día…

Me parece, dice Fiokla, que Tolstoi no es muy cómodo  porque las cuestiones que planteaba, lejos de ser respondidas, siguen siendo de actualidad. Si vemos incluso someramente las cosas de las que hablaba Tolstoi, ya sea la justicia social, la relación con el Estado, la postura hacia la guerra, sus ideas sobre la religión o la cuestión de la riqueza…

A propósito, entre las cuestiones más incómodas y polémicas hasta hoy figura la  relación de León Tolstoi con la Iglesia Ortodoxa Rusa. Por disposición del Santísimo Sínodo de 1901 León Tolstoi, una persona muy creyente e incluso devoto desde la infancia, “fue excluido del seno de la Iglesia”. La mayoría de las personas acogen este hecho como excomulgación y estiman que es hora de anular esta decisión. La postura de la Iglesia Rusa ha sido explicada por el pope Gueorgui Orejanov.

En lo que concierne a la definición del Sínodo, hay mucha complejidad.  Este documento, dría yo, está muy codificado. En él brilla por su ausencia el término “excomulgación”, con la circunstancia, según una investigación, de que esto fue hecho a conciencia, pues en los borradores el término está presente. O sea, los autores del texto decidieron no fastidiar a la sociedad rusa y omitieron esta expresión.  Y lo acuciante, lo paradójico y lo intrincado de la situación residía en que la Iglesia, en el siglo XX, se vio obligada a reconocer que el hombre ruso más conocido no es miembro suyo.

El patrimonio cultural de Tolstoi no se reduce a su creación, es asimismo su experiencia espiritual, llena de búsquedas tormentosas, de las cuales uno de los contemporáneos del escritor notó con gracia: “Ochenta mil leguas en torno suyo”.

La Voz de Rusia

 


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